Circula un vídeo por Internet en clave de humor en el que el P. Ángel Espinosa, sacerdote mejicano, habla de los diferentes lenguajes utilizados por el hombre y la mujer en su vida cotidiana. Viene a decir: ‘Dos sexos, dos lenguajes’. Lo cierto es que son distintos en lo que a estilo de comunicación y capacidad verbal se refiere; sin embargo, muchos de los considerados ‘tópicos’ parece que no están exentos de cierta base científica.
En un post anterior hemos hecho alusión a la diferencia de peso entre los cerebros de ambos sexos y su influencia en la inteligencia ‘emocional’ en el sentido de que un menor tamaño (mujer) lo optimizaba, si bien hay que decir que no todos los neurocientíficos están de acuerdo. Bastantes estudios afirman lo contrario respecto al coeficiente de inteligencia (CI), a pesar de que estas pruebas, de por si polémicas, siempre han sido objeto de discusión. Así, por ejemplo, María José Barral, profesora de Anatomía de la Universidad de Zaragoza, contraria a esta diferenciación, señala: “El cerebro está sometido a una combinación de varios factores: la genética, la hormonal y los condicionantes del ambiente y de la sociedad. El ser humano nace con un cerebro muy inmaduro, fácilmente moldeable según las circunstancias”. Y añade: “Lo que sí se ha detectado es un área del lenguaje que tiene un peso diferente entre los sexos, pero esto no significa que no podamos encontrarnos con un hombre parlanchín y una mujer más bien callada. Porque, se diga lo que se diga, no existe ningún cerebro igual a otro”.
Sobre lo que no existe mucha discusión es entre las diferencias de lenguaje y su capacidad. Un tópico que siempre han llevado consigo hombres y mujeres. Allan Pease y su esposa Barbara, a los que hemos dedicado otro artículo, en ‘El libro de las preguntas clave sobre tu relación’ (2014), vuelven a plantear esta cuestión en un interesante trabajo realizado por uno de los mayores expertos en comunicación y lenguaje corporal. Afirman: “… y es que la mujer puede pronunciar sin esfuerzo una media de entre 6000 y 8000 palabras diarias, utilizando adicionalmente entre 2000 y 3000 sonidos, vocalmente, para comunicar, además de 8000 a 10000 gestos. Es decir, una media diaria de más de 20000 unidades de comunicación para trasmitir su mensaje. Mientras, los hombres pronuncian sólo entre 2000 y 4000 palabras y entre 1000 y 2000 sonidos vocales, y emiten entre 2000 y 3000 señales corporales. Su media diaria asciende a cerca de 7.000 unidades de comunicación… es decir, un tercio de lo que emiten las mujeres…”. Según los autores, las mujeres son mejores comunicadoras. “El habla no es para el cerebro de los hombres una habilidad tan importante como lo es para las mujeres”, reflejan en el libro. “Los hombres evolucionaron como cazadores de alimentos, no como comunicadores (…) Si las mujeres pasarán un tiempo juntas, y sin hablar, sería un indicativo de la existencia de un problema importante”.
Fuente: Revista Magazine ‘El Mundo’.
En un reportaje de Magazine ‘El Mundo’ sobre el libro ‘Así hablan las mujeres’ de Pilar García Mouton, filóloga e investigadora, se explica como los hombres siempre van al grano, tienen un estilo más informativo en su lenguaje, mientras que las mujeres se extienden más en los detalles, les gusta más llamar a las cosas por su nombre, manteniendo un estilo más emocional. En general, mientras ellos ‘afirman’, ellas suelen acompañar con preguntas.
Es común que las mujeres se entiendan mejor con otras mujeres y los hombres con otros hombres porque, entre otras cosas, comparten mejor su lenguaje. Así lo indica Pilar García Mouton: “Desde pequeñas, las mujeres están acostumbradas a hablar mucho entre sí. Hablan de sentimientos sin pudor, los destripan y los analizan, en general, con mucha mayor facilidad que los hombres. Verbalizan sus problemas y parecen resolverlos de alguna manera al contárselos a sus amigas. Para ellas, hablar es como pensar en común”. En cambio, la comunicación del hombre es sobre todo ‘práctica’, de ahí que sean más concisos y concretos y no suelan hablar de sus sentimientos. Resulta llamativo observar a hombres y mujeres, que como se ve no comparten un mismo lenguaje, actuar en un escenario común como puede ser el mundo laboral: ¡sus disonancias se pueden ‘oír’ a distancia! Lo más normal es encontrarse con “un hombre que llega a su trabajo y ‘afirma’, sea cual sea el puesto que ocupe, mientras que la mujer llega y pregunta”. Para el hombre lo más importante en una conversación es el dato, mientras que las mujeres son mucho más emocionales.
Sin embargo, hay que decir que la ‘fama’ que tienen las mujeres respecto a su modo de relacionarse con los demás no es del todo equivocada. Uno de los tópicos más extendidos es que la mujer, cuando empieza a hablar, muchas veces no sabe que va a decir a ciencia cierta, que acabe las frases y se le escapen los secretos antes de pensar que no debería divulgarlos. Otro tópico, también muy conocido, es que muchas mujeres desesperan a los hombres por sus circunloquios y rodeos. Ahora bien, aunque a veces sea difícil, los diferentes lenguajes entre hombre y mujer suelen resultar una buena ‘mezcla’. Por fortuna, y precisamente por eso, ambos sexos están condenados a ‘entenderse’. Sin duda la convivencia ayuda a que de todo ello resulte un ‘coctel’ tan interesante como el de las ideas, sentimientos, pensamientos y emociones.