Año 1965. Importantes acontecimientos estaban por ocurrir. A nivel internacional, fue el año en que murió Winston Churchill, premier británico, uno de los líderes más influyentes durante la 2ª Guerra Mundial; del asesinato de Malcolm X, destacado activista USA, firme defensor de los derechos afroamericanos, coetáneo de Martin Luther King aunque bastante más radical; o del lanzamiento de la primera bomba de napalm, que tantos horrores causó entre la población en la guerra de Vietnam. Pero también fue un año clave en la historia de la música en España. Cuando El Cordobés triunfaba en los ruedos con sus maneras poco ortodoxas, Brigitte Bardot imponía sus cánones de belleza o Concha Velasco se convertía en la chica ye ye , algunas emisoras de radio y revistas especializadas seguían con gran atención los nuevos ritmos triunfantes en USA y el Reino Unido. Además, un turismo en pleno desarrollo facilitaba el intercambio cultural de los jóvenes, que TVE, que había empezado a emitir en 1956, se encargaba de propagar junto a las ‘excentricidades’ de la nueva ola de hippies y ‘melenudos’.
Fue también un año de madurez para la radio y la industria discográfica. Hacía algún tiempo que el mundo de la canción ligera y folklórica venía confluyendo con los jóvenes grupos del pop-rock español, pero la revolución musical en todo el mundo entraba en su período álgido. Iniciada en gran parte por Los Beatles, la ‘explosión’ de conjuntos hizo que los grupos españoles se decantaran por el beat británico. A los ya consolidados Dúo Dinámico, Los Relámpagos, Los Mustang o Micky y Los Tonys se le sumarían otros como Los Ángeles, Los Brincos, Lone Star, Los Sírex o Los Pekenikes. Todos con una característica común: poner de moda lanzar sus mejores éxitos durante las vacaciones de sol y playa, y con ello el arranque oficial de la llamada “canción del verano” precisamente en ese año 1965.
Pues bien, es en ese contexto cuando en el mes de julio se produce el desembarco de Los Beatles para actuar primero en Madrid en la plaza de Las Ventas y al día siguiente en La Monumental de Barcelona. Un acontecimiento muy esperado que muchos seguimos con pasión desde la atalaya de la Universidad Laboral de Tarragona. Fueron sus únicas actuaciones en España en toda su carrera musical, si bien antes ya se habían convertido en los grandes ídolos de la gente joven imponiendo un nuevo look y su forma de hacer música. Una España que les recibe entre alborozada y recelosa al ritmo de aquella estrofa que hoy pudiera parecer política, y que en realidad no lo es, que decía: “izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, hacia atrás, un dos, tres”: los pasos de baile de la canción “La yenka” de Johnny & Charley, un éxito tan fulminante como fugaz, gran triunfadora también en aquel verano.
Los Beatles bajando las escalerillas del avión a su llegada al aeropuerto de Barajas.
Más que centrarnos en la actuación musical de Los Beatles, que abordaremos de forma colateral (no fue lo más importante), merece la pena recordar algunas de las anécdotas que les rodearon y que forman parte importante de la historia musical de nuestro país. Corría la tarde del 1 de julio de 1965, hace ya 50 años, cuando llegaron a Madrid para actuar al día siguiente en la plaza de Las Ventas. Cuatro jóvenes sin los que hoy es posible que el mundo musical fuese diferente. Especial mención merece el contexto histórico en que se enmarcó su visita a un país en momentos de cambio y de apertura hacia el exterior. Se decía que el Gobierno del general Franco, que trató de ningunearlos, no veía con buenos ojos la presencia de la banda: “Ni por lo que representan ni por las multitudes que convocan”. A su llegada al aeropuerto de Barajas procedentes de Liverpool ni se preocuparon de anunciarlos. Incluso los denostaron con epítetos como ‘degenerados’ y otros parecidos. El NO-DO (acrónimo de Noticiarios y Documentales), que siempre se proyectaba en las salas de cine antes de la exhibición de las películas, lo comentaba así: “La recepción que se les hace en Madrid no es apoteósica, pero en el aeropuerto se ha concentrado una juventud curiosa y alegre”. Bajaron las escalerillas del avión, saludaron a los grupos de jóvenes que de forma sorprendente habían conseguido colarse y, con el fin de evitar aglomeraciones, fueron conducidos con rapidez por la salida de las rutas nacionales. Aunque ocurrió un imprevisto que pudo tener consecuencias. Ringo Starr, su batería, se quedó rezagado firmando un autógrafo a un policía y al intentar conectar de nuevo con el grupo empujó a un agente, quien al darse la vuelta desenfundó su porra y estuvo a punto de provocar un conflicto diplomático. Menos mal que los gritos de advertencia de un avispado sargento llegaron justo a tiempo.
El mérito de que Los Beatles actuasen en España fue obra de Francisco Bermúdez, un conocido representante y promotor, quien por medios rocambolescos logró contactar con Brian Epstein, manager del conjunto. Fue bastante fácil y rápido, pues para su sorpresa se encontró con la curiosidad y el interés de la banda por actuar en nuestro país. El acuerdo se cerró en 900000 pesetas por los dos conciertos, lo que añadido al alquiler de los equipos y otros gastos organizativos elevó la suma a un total de 3000000 de pesetas. Si bien no ha trascendido mucho, se sabe que para poder montar los conciertos Bermúdez tuvo que pedir dinero prestado a uno de sus artistas representados: Raphael, el famoso cantante que en la actualidad sigue al pie del cañón. El permiso le fue concedido con solo siete días de antelación y el Gobierno intentó boicotearles hasta el último momento embargando las entradas y carteles hasta entonces. Al final no tuvieron más remedio que darlo pues acababan de ser condecorados por la reina Isabel II como Caballeros de la Orden del Imperio Británico y temieron que una negativa provocase un conflicto diplomático. Eso sí, se desplegó un enorme dispositivo policial por los alrededores de la plaza de toros, siendo uno de los comentarios más oídos: “Estábamos rodeados de ‘grises’, y aunque no pasó nada, sólo su presencia ya intimidaba”.
Los Beatles durante la recepción ofrecida en el hotel Fénix por el alcalde de Jerez. Al fondo, en una réplica de las Bodegas Domecq, se pueden observar dos de los barriles firmados, en este caso por John Lennon y Paul Mc Cartney.
En Madrid, Los Beatles se alojaron en el hotel Fénix en las suites 123, 223, 323 y 423. Durante su primer día apenas salieron a la calle; tan sólo por la noche acudieron a un tablao flamenco acompañados del periodista Alfredo Amestoy. Aunque antes, en uno de los salones del hotel donde las conocidas Bodegas Domecq habían dispuesto una pequeña réplica de sus instalaciones, les fue ofrecido un vino por el alcalde de Jerez. Una recepción en la que, dejándose guiar por ciertas tradiciones de nuestro país, bailaron sevillanas, bebieron vino de jerez en un catavinos que extrajeron con la venencia, y hasta estamparon su firma en unos barriles. El NO-DO lo contaba así: “En Madrid se les depara la ocasión de firmar con sus nombres en los toneles de vinos de jerez. Hacen ensayos con la venencia y para ser la primera vez no están del todo mal”. Cuentan las crónicas que se retiraron bastante pronto. Tanto que existe una sabrosa anécdota protagonizada por El Cordobés, quien por iniciativa del diario Pueblo viajó ya entrada la noche desde Barcelona a Madrid para hacerse una foto con ellos. Según fuentes del hotel, un cruce de llamadas entre Ringo Starr y el matador de toros desencadenó un malentendido que hizo que éste se marchara muy cabreado. Al final, ni hubo foto, ni confirmación de la película que parece se estaba gestionando para rodar con la banda.
Al día siguiente, antes del concierto, ofrecieron la habitual rueda de prensa donde muchas de las preguntas versaron acerca de sus peinados. Lo comentaba el NO-DO de esta manera: “Hay muchos fotógrafos y operadores en la rueda de prensa que se celebra en el hotel donde se hospedan. Los objetivos apuntan principalmente sobre los tocados capilares”. Llegada la hora del concierto no bullía mucha gente por los tendidos de Las Ventas, ni se llegaron a vender todas las entradas. Se estima que asistieron unas 8000 personas. Influyeron diversas circunstancias o elementos disuasorios: desde su precio que oscilaba entre las 75 y 450 pesetas hasta el temor de los padres a la posible brutalidad policial. Muchos jóvenes, algunos incluso con entrada, se quedaron en casa por orden paterna. Así lo narraba el NO-DO con algo de ironía y mucho recochineo: “La actuación musical está anunciada en la plaza de toros donde salta a la vista que no hay un lleno. Junto al bullidor elemento joven, hay familias tranquilas y señores con barba, representantes del servicio doméstico y muchachas nerviosas de las llamadas fans. Y en el extremo de la barrera, familias completas con el nene”.
Eran las ocho y media de la tarde cuando dio comienzo el concierto. Su promotor Bermúdez había programado una larga lista de teloneros. Los Pekenikes, uno de los mejores grupos españoles del momento, fueron los últimos en actuar. Y es a las 22:10 horas cuando, por fin, salen Los Beatles por la puerta de chiqueros. John Lennon, que lucía un sombrero de ala ancha, saluda entonces y dice: ”Hello Spain. How are you”. Su actuación duró 35 minutos y tocaron 12 canciones, entre ellas muchos de sus éxitos. La iniciaron con “Twist and shout”, a la que siguieron “She’s a woman”, “I’m a loser”, “Cant buy me love”, “Baby’s in black”, “I wanna be your man”, “A hard day’s night”, “Everybody’s trying to be my baby”, “Rock and Roll music”, de Chuck Berry, “I feel fine”, “Ticket to ride”, para finalizar con “Long tall Sally”, de Little Richards. A pesar de que el respetable los pidió, no hubo bises. El presentador fue Rocco “Walter” Torrebruno Orgini, más conocido por Torrebruno, un cómico italiano afincado en España, artista polifacético, showman, actor, cantante, y presentador de TVE de programas de variedades como Gran Parada y Noche del Sábado y otros infantiles como La Guagua. Lo hizo a su ‘manera’: “Pues si, ha llegado el momento. Sí, queridas familias y amigos. Aquí están por primera vez los fantásticos, los únicos, Los Beatles”. Fue un comienzo que el NO-DO narraba así: “Por fin salen los melenudos al tablado. Algunos llevan sombrero ancho. Es una concesión al ambiente. He aquí un fragmento de su actuación y alguna fases de la reacción del público”, y ponía el siguiente colofón: “Pasaron por Madrid sin demasiada pena, ni demasiada gloria”.
Aspecto que presentaba la plaza de Las Ventas durante el concierto de Los Beatles el 2 de julio de 1965.
Además de ser una de las pocas personas que vivió en primera línea la mayoría de los acontecimientos, el único periodista que consiguió entrevistar a Los Beatles fue José Luis Álvarez. Director de la revista Fonorama en aquellos años, a continuación reflejamos algunas de sus impresiones de aquella tarde en una reciente entrevista en el periódico El Mundo.
“Desde el primer momento que llamamos a la puerta de su habitación en el Hotel Fénix, y detrás del guardaespaldas -que nos puso mala cara por la intromisión-, apareció un sonriente y afable Paul McCartney, que nos saludaba efusivo y sin ningún complejo, como si fuéramos amigos desde siempre. Nuestras dudas quedaron olvidadas, allí estábamos, nos presentamos y nos sentamos. Le dimos una de nuestras revistas anteriores y con ligeros comentarios comenzó a ojearla, hasta que vio un dibujo, de un lector nuestro, que había realizado una caricatura de Ringo -muy graciosa, por cierto- que le hizo reír. Ringo apareció en escena, quejándose, en broma, por ser siempre el hazmerreír de los demás”.
“Casi enseguida llegó George y un poco más tarde lo hizo John. Era como una reunión de seis amigos (me acompañó aquel día Roberto Sánchez Miranda, mi hombre de confianza), como si no fuera la primera vez que nos veíamos. La conexión fue inmediata, sencilla, muy, muy agradable. Se creó un ambiente tan cordial que hubiéramos podido estar horas y horas hablando, comentando, cantando… Sí, me hicieron cantar -no lo hago nada bien, pero tengo un puntito…-, y George dijo: ‘Bien, queda contratado, era lo que nos hacía falta’. Y entre bromas y comentarios fue pasando la tarde, hasta que Brian Epstein mandó a su ayudante para decirles que nos teníamos que ir a la plaza de Toros para la actuación”.
“¿Que cómo eran ellos? Cuatro amigos con gustos similares en música, ganas de pasárselo bien y que disfrutaban con lo que hacían, como jóvenes saben lo que les gusta a los jóvenes y hacen creaciones que calan directamente en el ánimo de todos por su sencillez y por su franqueza. Se les notaba ese deseo de tener más libertad, poder moverse con más tranquilidad por la vida”.
“Eran cuatro amigos alegres, con muchas ganas de vivir, con muchas ganas de pasárselo bien. Eran formales, no se les veía -o así lo vi yo- promiscuos, eran muy respetuosos…
-‘Oye Paul, abajo tenemos a unas amigas que quieren subir a saludaros…’
– ‘No, nada de eso, que después (nuestras mujeres o novias) nos tirarían de los pelos’”.
“Durante los momentos que pasamos con ellos no tomaron nada más que refrescos, y a una pregunta mía de por qué no querían salir a conocer Madrid, Paul -creo recordar que fue él- se levantó, se acercó a una de las ventanas, la abrió, se asomó… Gritos, gritos, llamadas, repetir su nombre, etc.
– ‘Por eso, ¿te parece poco? Si llego a bajar me comen vivo’”.
José Luis Alvarez, con traje y corbata, con Los Beatles. Foto- portada de su libro “Los Beatles en España”.
Con motivo del 50 aniversario, José Luis Álvarez ha sido acusado de querer aprovecharse de las circunstancias al editar un disco de vinilo con la grabación del concierto “original” de aquel 2 de julio. Un material ansiado durante décadas que se suponía en su poder, pero que nunca había salido a la luz. ¡Nadie sabía si era verdad, se trataba de un bulo o tan solo una leyenda! Pero vayamos primero a 1965, cuando meses antes del concierto Álvarez establece contacto por primera vez con Brian Epstein, consiguiendo su autorización para entrevistar al cuarteto de Liverpool y, según él, también permiso para grabar en directo el show. Incluso asegura haber firmado un contrato para poder editarlo. Así lo cuenta, además de otros temas, a lo largo de una entrevista concedida al diario musical Efe Eme de la que extraemos algunas frases:
“A la rueda de prensa, en el mismo hotel Fénix de Madrid, donde también se alojaron, solo pudo colarse por las cocinas mi fotógrafo, Francisco Barahona. Nos negaron la entrada porque no teníamos carné de prensa, pero Brian Epstein se acercó al verme y me preguntó por qué no entrábamos. Cuando se enteró de la razón, se enfadó mucho con los porteros y ante su negación, dijo que o entrábamos o cogía a sus chicos y se iban”.
“Recuerdo algunas de las preguntas de la bochornosa rueda de prensa: “¿Os gusta España? ¿Y la paella?” ¿Conocéis al Cordobés? ¿No tenéis dinero para cortaros el pelo? Entonces, Roberto Sánchez-Miranda (mi ayudante en “Fonorama”) y yo atacamos preguntando sobre sus comienzos, su opinión sobre rock and roll, sus referencias, etc… y se giraron con cara de asombro, hay una instantánea muy buena de ellos con cara de asombro”.
“Al día siguiente, después de la famosa firma de barricas de vino de Jerez, pregunté a Epstein si había hablado con ellos para una posible entrevista para “Fonorama”, y mi inglés me jugó una mala pasa entendiendo que le llamase luego a las tres, cuando directamente nos citó a las tres en el hotel, y gracias a su gran flema y estupenda educación, no solo no se enfadó cuando nos presentamos a las cuatro, sino que se echó la culpa diciendo que seguramente se había explicado mal”.
“Cuando llego al hotel, la carcajada de los compañeros de prensa allí apostados fue general cuando dije que iba a entrevistar a los Beatles, que no concedían entrevistas (la última que dieron como banda fue para mi revista) y menos a un medio independiente como ‘Fonorama’, cuando allí estaban periodistas de ‘Pueblo’ o ‘ABC’. Al llegar a la habitación, un sonriente Paul McCartney nos estrechó la mano y nos invitó a entrar. Fueron casi cinco horas, más de charla entre amigos que entrevista, así lo definió Harrison. Los detalles de la extensa entrevista se pueden consultar en el número 14 de ‘Fonorama’, donde también se incluía una entrevista con Brian Epstein, quien colaboró en un montón de números posteriormente. La impresión que siempre tuve, y con detalles como el de Ringo, que regaló treinta tartas de manzana al personal del hotel, es que a pesar de ser muy jóvenes tenían una cultura, un trato y una educación exquisita”.
Los Beatles durante la rueda de prensa celebrada en el hotel Fénix de Madrid.
“Después de la rueda de prensa, los chicos se fueron a su cuarto mientras Roberto y yo nos reunimos con Epstein y le dije que me gustaría grabar el concierto, que podía ser un documento histórico; y así considero que es, aunque en aquella época los Beatles no gozaran de la popularidad y fama de ahora ni tampoco se publicaban directos ni despertaban el interés de hoy en día. Todavía no había montado mi sello discográfico, pero la idea ya me rondaba la cabeza, de hecho, con mi revista siempre llegaba a acuerdos con las discográficas del momento para regalar singles, cuando en aquella época una compañía de discos independiente era inimaginable, al poco tiempo nacería Cocodrilo Records. Se lo pensó un momento, me miró sonriente y me respondió que no estaría nada mal; entusiasmado con la idea formalizamos en poco más de seis líneas en una Olivetti que tenían en la recepción del hotel Fénix algo sencillo y entre amigos, y es que, hasta su muerte, fueron muchas veces las que vino a verme a España o subí yo a Inglaterra. Siempre con la condición de que podía hacerlo público exclusivamente con mi sello; firmamos un par de ejemplares y me marché a casa, ya que al día siguiente era el concierto y me esperaba un día duro”.
“Después de la entrevista, nos marchamos a la plaza pasadas las ocho con el show ya empezado. Los Beatles fueron a casa de unos amigos que vivían cerca de la plaza de toros de Las Ventas. Ellos nunca probaban sonido, no lo necesitaban. En el entreacto, después de la actuación de los Pekenikes, Epstein y yo montamos un equipo que constaba de un magnetofón Grundig de cuarto de pulgada y dos pistas, y cuatro micrófonos AKG con un pequeño mezclador; todo de lo que podía disponer por aquel entonces. Por cierto, se contó que tras acabar el concierto Brian Epstein no les dejó salir, pero nada más lejos de la realidad, fue él quien subió a las habitaciones a buscarles para ir a tomar algo pero estaban cansados, así que cogí mi coche y me fui con Epstein al Bourbon Street, un pub-club que estaba en la madrileña calle Diego de León.”
“El concierto sonó genial, a pesar de lo que mucha gente dice. Los Beatles fueron muy profesionales y el directo fue maravilloso, a pesar de los escasos medios técnicos y los menos vatios de los que se disponía en esa época. Todo el mérito de la calidad de sonido es únicamente suya. En el vinilo se ha respetado el sonido tal cual fue extraído de la bobina original, mientras que para el CD ha sido tratado digitalmente, pero siempre respetando la presentación de Torrebruno, los comentarios de los Beatles y una graciosa anécdota que Paul se arranca a contar en un macarrónico castellano”.
Al ser muchos los que dudan que se trate de la grabación de las bobinas originales, y también de su tardanza en publicarlas, José Luis Álvarez contesta con:
“No sabría darte una respuesta exacta, es algo que tenía casi olvidado hasta principios de los años ochenta cuando a raíz de la muerte de Lennon se empezó a crear el mito en torno al grupo, y se despertó un interés por este concierto, y lo busqué entre mis cintas. Hablé con mi amigo Manolo Díaz, por aquel entonces director de EMI España, que siempre se interesó, pero le prometí a Epstein que lo publicaría yo, y tampoco me he movido nunca por dinero. Además que Manolo se fue de viaje a Miami y ya se quedó en América y perdimos el contacto. Luego estuve muy centrado en mis programas de Radio Enlace, luego Radio 3… hasta que en 2008 me echaron junto con otros grandes periodistas en un ERE injusto, y fue cuando retomé la idea de publicar el concierto. ¿Por qué ahora? El cincuenta aniversario es una cifra redonda, y tras rescatar y publicar discos de Bruno Lomas, Los Relámpagos, Los Brincos, Ñu, Raza, The Vampires, Los Núcleos, Tennessee, Los Salvajes… hasta un total de más de cuatrocientos, a mis setenta y seis años creo que es la guinda a mi trayectoria y el mayor legado que podía dejar”.
Añadiendo:
“Creo que el sonido, como he dicho anteriormente, con Torrebruno y Paul hablando en castellano, y las fotos hablan por sí mismas. Cuando ellos nunca concedían entrevistas ni se dejaban fotografiar y menos posaban; en el vinilo, que viene acompañado del CD y un libro con fotos y textos, hay más de cincuenta fotografías inéditas en el hotel y el concierto que hizo mi fotógrafo Francisco Barahona. Y un montón de gente que estuvo allí puede dar fe. Si alguien pone en duda mi palabra, lo tiene muy fácil: que el 2 de julio, con motivo de su cincuenta aniversario y la publicación de la obra, no la compre ni la escuche”.
Los Beatles bajando las escalerillas del avión a su llegada al aeropuerto del Prat.
Sin embargo, recientemente se ha visto obligado a realizar una serie de puntualizaciones en el Facebook de la revista Fonorama, que lejos de aclarar las dudas las ha vuelto a poner sobre el tapete con su frase:
“Se ha desatado una crítica feroz contra mi persona y mi trabajo, poniendo en duda la autenticidad del concierto por mí grabado ese día. Yo aseguro que la grabación que yo hice fue auténtica, si bien lo que no puedo garantizar es que ‘alguien’ la haya podido manipular, e intentaré contar el por qué”.
Para a continuación dar una serie de explicaciones en las que no vamos a entrar porque la historia se ha tornado bastante rocambolesca abriendo las puertas a una posible manipulación de las cintas de la que se siente totalmente ajeno. Es más, afirma que en caso de que fuera así sería porque le hubieran dado el cambiazo sin darse cuenta.
Pero volviendo a los conciertos de Los Beatles, y a lo ocurrido entre bambalinas aquel año 1965, lo cierto es que al día siguiente de su actuación en Madrid aterrizaron en Barcelona. Eran las cuatro y media de la tarde del 3 de julio cuando su avión llegó a una pista bastante alejada del aeropuerto de El Prat a la que sólo tuvieron acceso periodistas y fotógrafos. La bajada por las escalerillas no pudo ser más folklórica posando ante las cámaras con unas monteras de torero que les habían regalado. Luego se subieron a una limusina para su traslado hasta el hotel Avenida Palace, a cuya puerta les esperaba Joan Gaspart, ex presidente del F.C. Barcelona e hijo del empresario de la cadena hotelera HUSA. Cuentan que se ubicaron por parejas en las habitaciones 109 y 110, que a su vez comunicaban con la 111 que hacía de salón. Tras un breve descanso, a las siete de la tarde ofrecieron su clásica rueda de prensa, saliendo poco después por una puerta lateral que daba a la Rambla de Cataluña, evitando así a la multitud de fans. Leyenda urbana o no se dice que los pantalones de John Lennon acabaron tan arrugados que el propio Joan Gaspart se ofreció a cambiárselos por los suyos antes de empezar el concierto. A su actuación en La Monumental, que se inició las 22:45h de la noche, asistieron unas 18000 personas, bastantes más que en Madrid. Un espectáculo también presentado por Torrebruno, que contó entre sus teloneros con Los Sirex, conjunto que gozaba de bastante fama entonces. El repertorio musical duró 40 minutos e interpretaron un total de 12 canciones, las mismas que en Madrid. Así relataba al día siguiente el diario La Vanguardia la crónica del concierto:
“Ante un público tan numeroso como heterogéneo se efectuó anoche en la Monumental la anunciada representación de los ‘Beatles’ que constituyó un clamoroso éxito. El entusiasmo del público y, por lo tanto, su reconocimiento de las innegables cualidades artísticas que adornan al famoso cuarteto, fue no sólo ruidoso, sino que en algunos casos alcanzó expresiones delirantes. Los cuatro melenudos ídolos nos ofrecieron lo más caracterizado de su repertorio con esta mezcla de habilidad y audacia que distinguen su nada desdeñable espectáculo. Lástima que los aullidos de sus ‘fans’ hicieron perder a la representación muchos matices. Como quiera que los intérpretes fueron globalmente estimados por sus especialísimas características musicales no cabe duda de que la mayor parte de los espectadores pasaron un rato excelente, sólo enturbiado por el temor constante de que se produjera un ataque de histerismo colectivo en alguno de los numerosos grupos que demostraron, durante toda la función, una tensión nerviosa alarmante. Afortunadamente nada grave ocurrió y a las amenas características de la velada hay que añadir la nota pintoresca de los entusiastas en las más variadas y singulares reacciones”.
Como ha dicho Leslie, el veterano cantante y líder de Los Sirex: “La gente no paraba de cantar y no dejaban escuchar las canciones”. Sin embargo la versión que transmitió el NO-DO del acontecimiento fue muy diferente. También cierta parte de la prensa seguía afirmando que: “Los Beatles habían pasado por España ‘sin pena ni gloria’”. Otro hecho anecdótico fue que para el reportaje del NO-DO se eligieron imágenes del concierto de Las Ventas de Madrid, evitando de ese modo las del lleno evidente en La Monumental de Barcelona. “En Las Ventas no llenaron porque la represión fue mayor en Madrid que en Barcelona. Hubo más despliegue policial y los grises cargaron en Madrid. Se temía que este concierto encendiera la protesta política”, señala el historiador Javier de Castro, autor del libro “Los Beatles. Made in Spain”.
Aspecto que presentaba la plaza de La Monumental durante el concierto de Los Beatles el 3 de julio de 1965.
Una foto que daría la vuelta al mundo años después, y que no vio la luz en su momento, fue la realizada por Carlos Pérez de Rozas, periodista gráfico de La Vanguardia, en la que aparecen Los Beatles bromeando con dos ‘grises’. En ella se puede ver como Paul McCartney y John Lennon hacen el saludo militar, mientras George Harrison intenta peinarlos por encima de la gorra. “Pérez de Rozas sabía que no iba a pasar la censura y ni intentó publicarla”, afirma De Castro. La historia se ha encargado de poner las cosas en su sitio y cincuenta años después los historiadores están de acuerdo en que: “Aquel concierto fue un hito y el primer signo de modernidad en la España del general Franco”, sigue diciendo Castro. “Estuvieron muy simpáticos, incluso posaron con los tricornios de la Guardia Civil, algo que nadie se atrevía a hacer en aquella época”, recuerdan desde el hotel.
Los Beatles bromeando con una pareja de la Guardia Civil en el hotel Avenida Palace.
A mediados de la década de los años 60 se forjaron los primeros síntomas de un cambio social y cultural en España. Si bien no se puede decir que los conciertos de Los Beatles fueran uno de los desencadenantes, sí representaron el espejo de una situación y transformación inevitables. Por mucho que algunos se empeñen, no hubo ningún fracaso en sus conciertos de Madrid y Barcelona. Más bien el ritmo de la juventud se aceleró a partir de ese momento y medio siglo después seguimos recordando sus actuaciones una vez más. Marcaron un antes y un después en nuestra historia musical y como dice una de sus canciones: ¡Que noche la de aquel día!
